martes, 3 de noviembre de 2015

A veinticuatro años de "La Matanza de Barrios Altos"

Este reportaje tiene un inmenso valor, no solo por lo que nos presenta a nivel de testimonios recogidos de forma impecable y respetuosa con las víctimas, sino por ser graficar el accionar del Grupo Colina y sus vínculos con el poder.

Para quienes estuvimos muy cerca de Bruno en la producción y dirección del mismo, este representaba el inicio de un género que siempre el disfrutó: el documental. No calificaría esta producción como un reportaje al puro estilo de lo que nos tenía acostumbrado los domingos, esto era un trabajo mucho más personal, en dónde el tratamiento de la imagen, sonido e historia toman formas que expresan ese estilo que fue forjando en sus reportajes.

Bruno empezaba a pensar en hacer documentales. Y tenía muchos en mente, era algo que iba cocinando en diferentes tertulias. Hoy a través de su obra recordamos este oscuro momento en nuestra vida republicana. Un hecho que nunca más debe repetirse.

Prohibido olvidar.



Parte 1



Parte 2



Parte 3


viernes, 30 de octubre de 2015

Rebelde de corazón

Artículo publicado en Perú 21 el sábado 1 de Noviembre de 2003

Por Beto Ortiz

"Bruno era el mejor. Mejor que todos nosotros y que todos los otros juntos. Y, felizmente, lo sabía. Aunque en secreto, lo sabía bien". 

La vida era demasiado chica para contenerte, coleguita. Y qué bajo y asfixiante el techo de esta chercherosa combi apodada Perú. Allí está pues, tu Perú, tu Perucito. Aguanta tu carro, causa, ¿el mío? ¡Será el tuyo! ¡Te lo obsequio! Y como si con eso lo eximieras de todas sus culpas, terminabas exclamando, indulgente: "¡Es nuestro querido Perú, mano!" con esa sonrisita ácida y socarrona que ensayabas cuando ya hasta te daba un poquito de pena volver a decirle país de mierda. Que era así como le decíamos de cariño -¿te acuerdas?- cada vez que nos volvía a reventar la paciencia. ¡Con cuánta emoción rojiblanca! Como quien le dice viejo de mierda al abuelito necio, tacaño y pedorro al que todo se le perdona porque, en el fondo, se le adora. Porque aunque te friegue, hermanitolín -ya, ya, no reniegues -, tienes que reconocer que tú estabas templado hasta las cangallas de tu patria por más que ella (jerma pe, costía al fin, tú y tu maldita suerte con las mujeres) siempre te acabara choteando sin piedad. Por más que ella te hubiera matado siempre con su indiferencia. Cuando, en las reuniones de los lunes, algún jefecito creativo proponía cubrir, qué sé yo: el friaje de Puno, el terremoto en Moquegua, los expedicionarios perdidos en el Marañón, todos mirábamos al techo y silbábamos Hey, Jude. ¿Quién era el orate que se quería soplar esos viajes tortuosos a Culis Mundis en las carcochas infectas del canal? ¡Tú! ¡Siempre tú! ¿Quién atendía provincias? ¡El colorete! Y mientras todos nos inventábamos excusas y disfuerzos, tú chapabas tu eterna mochila Rip Curl y, con esas zapatillitas talla 38 que propiciaron esa irrepetible y malévola leyenda, te marchabas con tu paso de pingüino de Humboldt rumbo a la punta del enésimo cerro. Y lo que era más alucinante: ¡entusiasmado!, ¡como si te estuvieras yendo a Disneylandia a conocer a Mickey Mouse! Trémulo. Extático. Epifánico. Ahíto.

A Bruno le fascinaba hablar en difícil: para él los amigos éramos cofrades; las bromas, chistoretes o chilindrinas, y una golosina, un tentempié. Era una de sus múltiples y sutiles maneras de recordarnos -cada vez que osábamos olvidarlo - que él no era, pues, un alcanza-micro, que él era el Kubrick, el Scorsese, el Oliver Stone del reportaje. Ni más ni menos que "El Súper Reportero" como magistralmente tituló ayer El Popular. Pequeño detalle nomás que había venido a aterrizar al sitio equivocado. Un tipazo, el De Olazábal. Otro lote. Y, calladito nomás, tramaba con premeditación y genial alevosía cada una de sus diminutas obras maestras, como quien prepara una declaración de amor o un crimen perfecto. Hacía planos, trazaba coordenadas, desdoblaba mapas, descifraba partituras, mezclaba colores en su paleta, seguía pistas, desempolvaba sarcófagos con un pincel y, escuchando a las musas que se revolvían en su cabeza, escribía -con su impecable letra redondita - simple y rotunda poesía: No te mueras nunca. Eso fue lo que le dijo, al final de la entrevista, a aquel enfermero errante de Villa María del Triunfo que se dedicaba a suavizarle la agonía a los enfermos de Sida. No te mueras nunca -en el momento más intenso del testimonio -. No te mueras nunca. Aquella frase sólo podía haber salido del corazón limpio de un hombre derecho que buscaba, carajo, la verdad. La verdad y la paz. La paz y la belleza. Bruno De Olazábal era el mejor. Mejor que todos nosotros y que todos los otros juntos. Y, felizmente, lo sabía. Aunque en secreto, lo sabía bien, y eso es lo que más cólera nos daba. Qué pesado cuando -mientras todos nadábamos en un océano de fotocopias y garabatos -, él llegaba a editar su reportaje con todo hechecito, listecito, fichado, pauteado, subrayado con rojo. Y extrayéndose, ceremonioso, el chicle exhausto de la boca, se lo pegaba detrás de la oreja izquierda y procedía a leer su trabajadísimo texto ante el micrófono como si, en lugar de estar haciendo una locución en Off. , Estuviera declamando a Whitman o a Baudelaire. Y no volvía a ver la luz del Sol hasta que no se había cerciorado que su obra era buena. Que la toma era la precisa y el movimiento sinfónico, el perfecto. Y al sétimo día, descansaba. Y cada domingo en la noche era para él una entrega del Oscar privada, un íntimo avant premiere. Era, como bien le decía el zalamero Fiti, viejo cañita: “Un grande entre los grandes”. En un medio tan opaco, tan precario, tan elemental como el nuestro, sentarse un rato a charlar con él era siempre un festín extraordinario en que él podía pasar de los sembríos de trigo con cuervos de Van Goh a la literatura del Siglo de Oro español y de allí, sin escalas al "Amarcord" de Fellini con la misma gracia, quimba y firulete con que brincaba de Héctor Lavoe y el son cubano de Celina y Reutilio a la tabla de posiciones del descentralizado. Con ese mismo toque de pelota pícaro, pundonoroso e ínter barrios con que (enfundado en su camotuda camiseta española de Butragueño peruano), se los llevaba a todititos en el religioso fulbito de los lunes por la noche: ¡Mírame Tony, tócala Midward, pásala Saki, házme correr Suyón! . Para entonces, nadie sabe cómo, de buenas a primeras, pararse en seco y acelerar y volver a frenar con esos sus sincopados movimientos vivarachos de hámster regordete, hasta pegarle por fin el botinazo letal con un estilado inconmutable que hacía a la bola trazar las más extrañas parábolas en el aire antes de hinchar las redes de la valla de los vencidos que, una vez más, habrían de quedarse lacios pagando los amargos celos de la victoria ajena. Estaba vacunado contra las frases hechas. Era un enemigo jurado del lugar común. Cuando algún periodista en la tele decía: "Dantesco siniestro", "líquido elemento", "prestigiado galeno" o, peor: "Citado nosocomio", a Bruno le daban feroces retortijones. Aborrecía la ignorancia. Lo enronchaba la obviedad. Una vez, en un reportaje de Panorama, una pobre reportera rebuznó así: Y en estos momentos, la ladrona de supermercados sale caminando muy "orionda" con su botín. Agárrate. Le dio ataque peludo a mi compadre: ¿Orionda? ¿De dónde salió esta acémila? ¿Oriunda de dónde eres mamita para ir a dejarte? ¿Por qué no le aplican la eutanasia de una vez para que no sufra más esta buena mujer? Abominaba la mediocridad. Era, en su espartana sencillez, un caballero de otro tiempo, un melómano exquisito, un perfecto renacentista. Nunca hubo - estoy seguro - reportero más culto que él. Ni más sarcástico. Su humor negro era feroz. Podía practicarte una cirugía con el rayo láser de sus frases envenenadas. Y muchas veces volvía, canchero, su propia ironía contra él. Porque sabía muy bien dónde estaba parado. Sabía que, en televisión, haber leído mucho no servía para nada. Que son otros los talentos que mejor cotiza ese mercado. La sumisión, por ejemplo, tan en boga, la obediencia debida. Pero, eso sí, que a él nadie nunca le viniera con huevaditas porque se mandaba mudar de un solo portazo, así tuviera que comer piedras durante meses. Estaba hecho de esa rara fibra que sólo tienen los periodistas natos, los genuinos sabuesos, los apasionados sin remedio. Los eternos rebeldes de corazón. Ningún broadcaster tuvo la amplitud de visión de darle jamás el lugar que Bruno, hacía rato, merecía. Se hartó de presentar proyectos, de esperar la famosa oportunidad de que todos pudieran verlo en su verdadera dimensión. Se cansó de peseteo y mezquindades. Y se dio el lujo de patear el tablero una y mil veces, de mandarnos a rodar a todos en fila india y empezar otra vez desde cero. Y otra vez. Y otra vez. Desde cero. Desde debajo de cero. Desde el vacío sin fondo de un cuartito de hotel con menos estrellas que este pálido cielo que ni siquiera sabe llorar. Desde las ignotas profundidades de esa soledad esférica en que, a veces, parece que no te va a quedar más remedio que terminar muriéndote de frío. Pero siempre regresaba, jubiloso. Con la misma sonrisa de chibolo travieso con que entrevistó a Charly García sólo para los patas. Con el mismo coraje a prueba de todo con que sabía develar -como un poseso - los más intrincados y hórridos secretos: masacre del Santa, masacre de Barrios Altos, masacre de El Frontón. Y dejar a la teleaudiencia con un doble nudo en el pulmón. Con esa misma rabia que siempre me pareció el extraño fuego que bullía en su alma su maravillosa rabia de vivir porque, eso sí era un iracundo a tiempo completo, un hígado con patas, un fosforito, un Bart Simpson, un chico migraña. Pero cuando se reía, ay, caray, cuando se reía, se reía con todo aquel cuerpo chica pierna y barrigón que tienen siempre los más chongueros de la cuadra. Se ponía todo colorado, más qué colorado: fucsia, y esos ojos azules de gringuito de Puente Piedra le brillaban como neones al dejar escapar aquella carcajada burlona y fenomenal. Aquella carcajada que nunca creyó en nada ni en nadie. La estoy oyendo. Es inútil que siga escribiendo esta torpe semblanza sin que se mofe usted a sus anchas de mi prosapia, papá. Ya le dije que lo estoy oyendo. Sabrá usted perdonar que mi floro no esté a su altura. Pero sucede que es medianoche y estoy a miles de kilómetros de casa y Martín, Martita, Pepe, Bea -los amigos - no cesan de llamar al celular, de entrar al chat para decirme que esta vez no es broma, que se nos ha mandado usted mudar con su buena música a otra parte. Dígame, por lo menos, que ha encontrado por fin la serenidad. Dígame que su espíritu es, por fin, libre e independiente. Y dígame, sobre todo, cómo chucha nos las arreglamos para solapear esta gramputa tristeza que nos está mordiendo el alma, coleguita.




miércoles, 28 de octubre de 2015

¿Y si compilamos toda la obra de Bruno?

En una oportunidad el gran Juan Acevedo recordando a Bruno de Olazábal me dijo que la idea de crear a un blog, organizando sus trabajos no solo era un importante aporte para los estudiantes de periodismo, los profesores de historia y aquellos quienes trabajamos por la educación en ciudadanía, sino que era el deber de un amigo y me lo dijo mirándome directamente a los ojos.

Así lo pensé en un inicio, pero como muchas de las cosas que hacemos para nuestros patas estas quedan siempre pendientes y las dejamos ahí. La idea de crear este blog surgió varios años después de haberse publicado un DVD como parte de sus "grandes éxitos", esta maravillosa compilación que presentaron en diciembre del 2004 bajo la iniciativa de Pepe Yactayo, Aldo Kcomt, Tony García, Jaime Sandoval, Rolando Chumpitazi y Marlene de Sakihara en el auditorio de la UPC como homenaje al trabajo de Bruno. Se había cumplido un año de su partida y esta recopilación no era sino una pequeñísima muestra de su vasta producción.

Este blog se inspira en esa iniciativa y recurriendo a YouTube y la buena de onda de mucha gente de subir video,  empezamos a publicar algunas notas con los reportajes dispersos en la Web. Hasta que un día no pude entrar a la Blogger. La contraseña no coincidía, el correo creado no permitía configurar detalles y ese insistir se extinguió hasta hoy (no niego que en algunos momentos insistía para entrar, pero nada) y a escasos dos días de recordar su partida los acceso se abrieron como si nuestro compadre deseara que continuemos con la labor de ir organizando su trabajo.

Así fue, así será. Ya hemos guardado la contraseña en lugar seguro y ahora vamos activar su Fan Page. Veamos como nos va. Lo que queremos es recuperar su trabajo y compartir, para a pesar de los años, disfrutar de su creación como lo hicimos por aquellos años.

El blog se activió. Gracias Gringo, siempre nos das la mano en el momento preciso.




El reto, compilar la obra de Bruno de Olazábal

miércoles, 30 de octubre de 2013

Se te extraña gringo, se te extraña...

Hace diez años Bruno Edmundo de Olazábal León dejó de estar físicamente entre nosotros. Su trágica partida aún sigue siendo difícil de procesar. No solo por la entrañable amistad que nos unía, sino por lo que hizo en los últimos años en materia de producción radial en el Programa Paralipómenos y su rol como periodista independiente. Antes de su partida produjo para IDEELE Televisión una serie de videos sobre el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación que llevaba como título "Para que no se repita". Solo hizo cuatro. Su trabajo quedó truncó.

En cada producción recogió el espíritu del informe, abordando un temática tan delicada con un cuidadoso tratamiento histórico de los registros documentales y testimonios. Siempre con ese lenguaje tan didáctico y sencillo y muy fiel a su estilo, nos dejó este último trabajo que hoy nos permiten comprender con mayor precisión la violencia política en la que estuvimos envueltos.

Soy testigo de su trabajo silencioso y disciplinado. Mientras que todos ya estaban ubicados en el 2004 en diferentes medios periodísticos después de haberse "recuperado" la democracia. Bruno se incorporaba a la Revista Dominical gracias a la iniciativa de Roxana Cueva.

Hoy es un día muy difícil de procesar, hace diez años en una noche víspera de celebrar el día de la Canción Criolla nos dejó.

Ayer antes de acostarme revisaba los videos de este blog y empecé a navegar compulsivamente por YourTube recordando al amigo y periodista. Por cuestiones del azar puede por fin acceder a la cuenta de correo creada para publicar este blog y sus contraseñas.

Seguimos con la tarea pendiente: poder recopilar la mayor cantidad de videos de Bruno y mantener viva su inmensa producción.

La bronca sigue, el dolor no pasa, pero se hace menos sentido cuando volvemos a escuchar tu voz y disfrutamos de esos reportajes inolvidables.

Descansa en paz mi hermano...

Koke Contreras



"Para que no se repita"
Serie sobre el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
Producido por IDEELE Televisión

Víctimas (Parte 1)

 


Causas (Parte 2)



Sendero Luminoso (Parte 3)




La democracia puesta a prueba (Parte 4)




sábado, 24 de enero de 2009

Pecados de guerra

"Tengo una bomba". Esa fue la frase que dijo cuando cruzó la puerta masticando el chicle y agitado al subir con su mochilita al hombro el quinto piso del edificio por las escaleras. Estaba colorado, excitado, dibujando en su rostro una sonrisa de chibolo que cometé una palomillada. "¿Y cuándo va a funcionar ese ascensor?" se quejaba mientras revisaba los discos que tenía en la mesa. El viejo edificio de Lince tenía problemas y el ascensor era uno de ellos. La pregunta inevitable luego de tamaña provocación fue ¿Cuál es la bomba? ¿De qué bomba hablas? y su respuesta cachacienta: "Espera loquito que salga el reportaje el domingo... ya te enterarás".

Bruno venía investigando este tema durante varias semanas, lo había comentado cómo algo grande que iba a remecer el ambiente político. Estaba trabajando paralelamente otros reportajes cumpliendo su religiosa cuota semanal al canal, pero esta investigación la tenía muy bien guardada, bajo siete llaves. Después nos revelaría cómo hizo lo contactos , lo difícil que fueron y hasta donde pudo llegar. Ese día ya tenía el reportaje listo y esperaba la llegada del ansiado domingo. Esos domingos inolvidables que ya no existen en la televisión local. Cómo era costumbre y tradición, había que soplarnos todos los comentarios del presentador de turno., gallitos e inflexiones de voz de Nicolás Lúcar , que con prosapia de vendedor del mercado central presentaba. los reportaje. Timbró el teléfono. "¿Estas viendo? ¿no? Esto será un terrremoto político, esta es la bomba que te comenté. Entrevisté al sobreviviente de la masacre del Frontón".

El reportaje fue escalofriante, los testimonios helaban mi dormitorio, las acusaciones claras y contundentes nos hacían retroceder en el túnel del tiempo hasta esos terribles años. Era realmente una bomba.

Sin embargo, al día siguiente nadie, absolutamente nadio rebotó la noticia en la prensa. La bomba de nuestro querido hermano ni siquiera llegó a la categoría de cuetecillo. El país siguió su curso normal, con sus titulares chicha y el rebote fue entre corrillos parlamentarios, organizaciones de derechos humanos y ciudadanos que impactados por el reportaje habrían comentado en sus trabajos, la mañana del lunes lo visto esa noche,en la tele, cómo quien comenta un partido de fin de semana y continúa su labor de todos los días.

Una vez más la bronca y la frase "país de mierda" saltando de su lengua, la rabia mordiendo sus labios y golpeando con un jab de derecho el hígado.

martes, 2 de diciembre de 2008

Homenaje a Bruno De Olazábal en "Enemigos íntimos"



Este fue el homenaje que presentó Beto Ortíz el viernes 28 de noviembre en el programa "Enemigos ïntimos". La semblanza fue hecha por Martín Arredondo a cinco año de su partida...


domingo, 30 de noviembre de 2008

Desaparecidos del Santa

Siempre tuve una duda de cómo podía Bruno recoger de sus entrevistados recuerdos de situaciones tan terribles. Recordar y volver a contar es volver a vivir ese hecho, eso es terrible. Pero cuando ellos testimoniaban en las entrevistas ante Bruno lo hacían con tanta naturalidad que realmente sorprendía. Cuál era la fórmula le pregunté una vez. Él me dijo. Respeto, mucho respeto por lo que dicen y no desean decir. Nunca presiones a nadie al hablar, si no desea hacer, déjalo, no insistas. Se cálido, acompaña su duelo y pregunta. Sin presiones ni impertinencias.

Los testimonios que veremos a continuación son producto de esos diálogos, de esos encuentros con los fantasmas del pasado que acosan a estas familia. Bruno con maestría nos lo narra para interrogarnos nosotros mismos sobre las miserías humanas.

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Reportaje que recoje los testimonios de los familiares de nueve pobladores del distrito de Santa en Ancash que fueron desaparecidos el 2 de mayo de 1992 por el Grupo Colina. Cuándo nadie se atrevía a decir las cosas por su nombre Bruno De Olazábal pone el dedo en la yaga y nos hace recordar que los desaparecidos están allí, mirándonos y esperando se haga justicia.
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De la patria su padre

Tal vez el más ácido reportaje político. Víctor Valdez Meléndez un congresista de la república se convierte en un objeto de ironía, sarcasmo y fino humor negro. No hay que escribir mucho al respecto. Sólo disfrutar del torrente de sabiduría de nuestro padre de la patria.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Víctor, el ángel de Villa María del Triunfo

Este reportaje nos muestra a un Bruno en toda su madurez. Considero que el tratamiento del tema, la manera de narrarlo, el estilo que le imprime lindan más con un documental que con el típico reportaje del programa de medianoche o dominical. Aquí Bruno puso en juego sentimiento, arte y técnica para mostrarnos el retrato de Víctor y su lucha cotidiana por ayudar a quienes deben morir con dignidad. Esa era la línea que Bruno empezaba a perfilar en sus trabajos. El ritmo y la velocidad que le iba imprimiendo a estaa crónica lo hicieron mucho más sensibles. Bruno empezó a contarnos hechos cotidianos en una ciudad donde aún podemos encontrar un ángel en el camino.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Charly García

Buenos Aires fue la ciudad siempre soñada por Bruno. Sus librerías, teatros, cafetines y ese ambiente cultural siempre llamaron la atención de este gringuito zapallalino. Poder ver una exposición de Salvador Dalí era impensable en Lima. En Buenos Aires eso era posible y así lo disfrutó Bruno. Cuando retornó de la entrevista a Charly era su catálogo de Dalí lo que me mostraba conociendo mi costumbre de acumular ese tipo de documentos. Nunca me lo regaló, aunque insistí mucho. Sobre la entrevista el propio Bruno narraba cómo Charly Gracía que tiene fama de entablar una relación muy accidentada con quienes lo entrevistan lo recibió de manera hospitalaria. Fue una excelente entrevista. Cómo escribiera Beto en la crónica final en Perú 21 al día siguiente de su partida: la entrevista a Charly García la hizo para los amigos. ¡Grande Brunito!

PARTE UNO





PARTE DOS